Saber o no el sexo del bebé antes de su nacimiento es una decisión muy personal… y que en última instancia se reduce a una elección propia.
Antes de finales de la década de los 70 (y en algunas zonas incluso más tarde) las mamás no tenían la opción de averiguarlo, pero ahora que los tiempos han cambiado saberlo se ha convertido casi en la norma.
El principal problema es estar seguros de que ambos progenitores están de acuerdo, ya que, si uno está al corriente y la pareja no, es muy difícil hablar del bebé sin referirse a él como “él o ella”, lo que desde luego estropearía la sorpresa.
Ambas opciones tienen sus ventajas, pero realmente depende de ti y de lo que consideras más importante. Una gran sorpresa el día del parto y mantener el suspense hasta el nacimiento, o que tú y la casa estéis listas y organizadas para su llegada.
Cualquiera que sea la decisión que tomes, nada es correcto o incorrecto, ¡solo es cuestión de gustos!