Cuando estás embarazada, es habitual recibir muchos consejos, pero a menudo nada puede prepararte para la falta de sueño que llega con un recién nacido.
Al llegar al final del embarazo, puede existir un atisbo de esperanza de que, sin los síntomas del embarazo, podrás dormir mejor, pero, una vez que llegue el bebé, te darás cuenta de que no siempre es así. Los bebés no nacen sabiendo la diferencia entre la noche y el día, y es habitual que los bebés amamantados se alimenten con mayor frecuencia durante la noche para aumentar la producción de cara el día siguiente. Uno de los consejos habituales más importantes es que “duermas cuando el bebé duerma”, algo que no siempre puede ser sencillo. Quizás tengas la sensación de que necesitas realizar otras tareas del hogar, como limpiar y lavar la ropa, o que estés nerviosa escuchando los sonidos desconocidos de tu bebé, o que tengas hijos mayores que atender que hacen (o no) la siesta en otro momento. Sea cual sea tu situación, no temas pedirle a tu pareja, amigos o familiares que te ayuden con las tareas y los recados para poder dormir y recuperar algo de energía.
Amamantar a demanda puede ser agotador mientras conoces las señales de hambre del bebé, por lo que vale la pena prepararse para esta situación: no hay un bebé que duerma seguido durante horas. A veces, se alimentan en sesiones cortas casi seguidas (lo que se conoce como cluster feeding) durante lo que parece ser horas y, a menudo, se duermen en el pecho y se despiertan cuando intentas acostarlos, con lo que todo el ciclo comienza de nuevo. Prepárate para estos períodos de tiempo dando el pecho en un lugar cómodo, con agua y algún tentempié a mano. El cansancio y el hambre no son buenos compañeros de sueño. Puedes colocar al bebé en un lugar seguro para dormir y ofrecerle una prenda de ropa con tu olor para tranquilizarle.
También puedes amamantar mientras estás recostada, ya que es más relajante y recuperador. Sin embargo, es importante que permanezcas despierta mientras lo alimentas y que sigas las pautas para un sueño seguro.
Si bien la lactancia materna se puede ver a menudo como algo en lo que la pareja no puede ayudar, hay muchas otras tareas en las que sí puede, como vestir al bebé, cambiar un pañal antes o después de la toma, envolverlo o llevarlo de paseo entre tomas, para darte la oportunidad de dormir sin interrupciones o disponer de un tiempo para ti. Vale la pena organizar estas responsabilidades en los primeros días, antes de que la falta de sueño empiece a afectarte más tras unas cuantas semanas de sueño interrumpido.
La falta grave de sueño puede provocar depresión y sentimientos de ansiedad, por lo que es importante priorizar el descanso siempre que puedas y comprender las diferencias entre ambos para saber cuándo pedir ayuda a un profesional de la salud.
Si necesitas recibir asesoramiento sobre lactancia materna, hay grupos de lactancia de asesoras voluntarias o consultoras de lactancia IBCLCs que pueden echarte una mano.