Afecciones durante el embarazo

Afecciones durante el embarazo

Contracciones de Braxton Hicks

Tu útero empezará a contraerse suavemente a partir de la séptima semana de embarazo, pero solo empezarás a notar contracciones tras la mitad de tu embarazo. El apretón durará aproximadamente 30 segundos y es probable que ocurra una o dos veces por hora, algunas veces al día o que incluso no lo notes. Es algo que tu cuerpo hace para prepararse para el gran día. Por lo general, son contracciones irregulares, impredecibles y que probablemente no te producirán ninguna molestia cuando ocurran. A medida que avanza el embarazo, estas contracciones pueden volverse más intensas y, en ocasiones, incluso dolorosas.

Cuando ocurren pueden percibirse como auténticas, pero, por más fuertes que se sientan en ese momento, si se relajan, probablemente sean contracciones de Braxton Hicks. Utilízalas como contracciones de práctica para llevar a cabo los ejercicios de respiración que estás aprendiendo en tu clase prenatal. De cualquier forma, consulta con tu matrona o médico si también experimentas secreciones acuosas o vaginales con sangre, dolor o calambres en la parte inferior de la espalda, presión pélvica, si piensas que los movimientos del bebé se han ralentizado o detenido, o si crees que has roto aguas o sangras.

Candidiasis

Las infecciones vaginales son bastante comunes en el embarazo y la candidiasis es probablemente la más común. Está causada por un hongo llamado candida albicans que todos tenemos. Es posible que tengas candidiasis si tu flujo vaginal es blanco, cremoso y más espeso o huele raro, si tienes picor o dolor, si las relaciones sexuales son dolorosas o si sientes una sensación de escozor al orinar. Para prevenir la candidiasis usa ropa interior de algodón no ceñida y evita los productos de baño perfumados (según comentan algunas mujeres). Si crees que tienes candidiasis, contacta con tu médico o matrona, quien te recomendará el mejor tratamiento adecuado para tu momento del embarazo.

Indigestión

Alrededor del 80% de las mujeres experimentan indigestión en algún momento durante su embarazo. Pueden sentirse llenas, enfermas o con náuseas, o incluso con la necesidad de eructar. La indigestión en el embarazo generalmente se debe a una molesta hormona, la progesterona, que relaja todos los músculos del cuerpo, incluidos los del estómago. La indigestión en las últimas etapas del embarazo puede deberse al crecimiento del útero que acaba presionando el estómago. Para ayudar a aliviar la incomodidad causada por la indigestión, puedes intentar cambiar tu dieta y estilo de vida. También existen tratamientos específicos, que son seguros para el embarazo.

Dolor de espalda

Esta es también una afección bastante común durante el embarazo, ya que más de la mitad de las madres embarazadas sufren algún tipo de dolor de espalda. Una de las principales causas del dolor de espalda es el aumento de peso, que se redistribuye principalmente alrededor de la barriga, cambiando el centro de gravedad y provocando que se sobrearquee la parte inferior de la espalda o se redondee la superior para compensarlo.

Otra causa del dolor de espalda viene motivada por la hormona del embarazo relaxina, que relaja los ligamentos de todo el cuerpo, ayudando a que la pelvis se expanda para crear más espacio para el bebé. Pero, al mismo tiempo, esta hormona relaja los ligamentos de la columna vertebral, lo que obliga a los músculos de la espalda a trabajar más. Hay muchas cosas que puedes hacer para evitar el dolor de espalda, como no levantar objetos pesados, usar zapatos planos, sentarte con la espalda recta y bien apoyada, asegurarte de descansar lo suficiente, etc. También puedes hacer ejercicios específicos durante el embarazo para aliviar el dolor de espalda.

Hipo

Debido a los cambios fisiológicos que está experimentando tu cuerpo, uno de los cuales es el aumento del ritmo respiratorio (¿sabías que inhalas entre un 30% y un 40% más de aire?), eres más susceptible al hipo, especialmente en el primer trimestre. Tranquila, ¡ya pasará!

Anemia

Más del 85% de los casos de anemia se deben a la deficiencia de hierro, motivada por una deficiencia nutricional o por un bajo nivel de reservas de hierro a consecuencia de un embarazo anterior o de una pérdida de sangre menstrual previa. Otras formas de anemia se deben a la deficiencia de folato y de vitamina B12. Tu matrona revisará periódicamente la anemia durante el embarazo y te aconsejará sobre cambios en la dieta o suplementos de hierro, si es necesario.

Estreñimiento

También es un síntoma causado por cambios hormonales en tu cuerpo. A veces, está relacionado con el uso de suplementos de hierro en caso de anemia. Hay varias cosas que puedes hacer para evitar o minimizar el estreñimiento: cambia tu dieta y consume alimentos con un alto contenido en fibra (como pan integral, cereales integrales, frutas, verduras y legumbres como judías o lentejas), haz ejercicio regularmente y bebe mucha agua.

Hemorroides

También conocidas como almorranas, afectan a casi la mitad de todas las mujeres embarazadas, especialmente a partir de mediados del segundo trimestre. Las venas en la pared rectal se inflaman y se hinchan y producen picor debido a la presión del agrandamiento del útero a partir de la semana 25, a lo que se añade el aumento del flujo de sangre en la zona pélvica durante el embarazo. También pueden desarrollarse después del nacimiento como resultado del esfuerzo y los pujos durante el parto. Hay muchas cosas que puedes hacer para prevenir y ayudar a tratarlas, como mantener un ritmo regular, hacer ejercicios del suelo pélvico, mantenerte activa, evitar estar de pie demasiado tiempo, tomar un baño caliente, mantener limpia la zona, dormir de costado y utilizar algún tratamiento que tu médico o matrona pueda recomendar.

Preeclampsia

La preeclampsia afecta hasta el 5% de las embarazadas y se desarrolla en la segunda mitad del embarazo. Los primeros síntomas incluyen presión arterial alta y proteínas en la orina, que debe ser recogidas por su comadrona durante las visitas prenatales. Otros síntomas pueden incluir hinchazón de pies, tobillos, cara y manos, y trastornos visuales, como ver estrellas. Es importante buscar consejo médico de inmediato si sospechas que tienes esta afección o si observas alguno de los síntomas, ya que, en ocasiones, esta afección puede dar lugar a complicaciones y requerir tratamiento.

Disfunción de la sínfisis púbica

Esta disfunción se puede producir en cualquier momento durante el embarazo o después del parto, debido a que las articulaciones pélvicas sufren mayores desplazamientos durante el embarazo y tras el parto.

Los síntomas incluyen dolor en la zona púbica y la ingle, que son los más comunes, pero también dolor de espalda, dolor de cadera, sensación de rechinar o chasquear en la zona púbica y dolor en la parte interna de los muslos.

Existen diferentes tratamientos que contribuyen al alivio de esta afección, como el uso de un cinturón de soporte pélvico, sesiones de acupuntura, ejercicios especialmente centrados en los músculos del abdomen y del suelo pélvico, así como tratamientos de osteopatía y quiroprácticos a cargo de un profesional con experiencia en el tratamiento de mujeres embarazadas. Si crees que padeces esta disfunción, habla con tu matrona, quien podrá derivarte a un fisioterapeuta en busca de consejo y tratamiento. Por lo general, se resuelve por sí misma después del embarazo.

Dolor de cadera

El dolor en la cadera durante el embarazo es bastante inevitable, ya que las articulaciones de la pelvis se mueven más, lo que causa dolor y molestias, y también puede desembocar en una disfunción de la sínfisis púbica. Para resumir de manera breve, la sínfisis púbica es una articulación rígida que conecta las dos mitades de la pelvis. Esta articulación está reforzada por una densa red de tejidos duros y flexibles (ligamentos). La hormona progesterona actúa como un relajante muscular en el embarazo y puede relajar la sínfisis púbica haciendo que se mueva más de lo habitual cuando caminas.

El dolor que puedes sentir en el área púbica y en la ingle son los síntomas más comunes, si bien también puede tener otros síntomas como:

  • Dolor de espalda, dolor de la zona pélvica o dolor de cadera.
  • Una sensación de rechinar o chasquear en la zona púbica.
  • Dolor en la parte interna de los muslos o entre las piernas.
  • El dolor puede empeorar durante la noche y levantarse para ir al baño a media noche puede ser especialmente doloroso.

Para ayudar a aliviar el dolor anterior, te recomendamos algunos tratamientos:

  • Ejercicio – Concéntrate especialmente en los músculos del abdomen y del suelo pélvico para mejorar la estabilidad de la pelvis y de la espalda.
  • Busca también consejos sobre cómo hacer que las actividades diarias resulten menos dolorosas y sobre cómo facilitar el nacimiento de tu bebé. Tu matrona podría ayudarte a escribir un plan de parto que tenga en cuenta los síntomas de la disfunción de la sínfisis púbica.
  • La acupuntura puede ayudar y es segura durante el embarazo.
  • La osteopatía y el tratamiento quiropráctico también pueden ayudarte, pero busca siempre un profesional acreditado con experiencia en el tratamiento de mujeres embarazadas.
  • Un cinturón de soporte pélvico puede proporcionarte un rápido alivio.

Otras medidas que puedes probar:

  • Realiza ejercicios pélvicos y abdominales – Baja tu cuerpo sobre tus manos y rodillas nivelando la espalda para que quede lo más plana posible. Inhala y luego, al exhalar, aprieta los músculos del suelo pélvico y presiona el ombligo hacia adentro y hacia arriba. Mantén esta contracción entre 5 y 10 segundos, a la vez que respiras. Relaja tus músculos lentamente al final del ejercicio.
  • Trata de no separar las piernas cuando tu espalda está encorvada o cuando estás acostada. Ten cuidado al entrar y salir del coche, la cama o la bañera. Si estás acostada, levanta lo más que puedas las rodillas para evitar que la pelvis se mueva y que con ello se separen las piernas. Si estás sentada, intenta arquear la espalda y avanzar tu pecho antes de separar o mover las piernas.
  • No fuerces el dolor. Si algo duele, deja de hacerlo.
  • Muévete poco y con frecuencia. Es posible que no sientas los efectos de lo que estás haciendo hasta que pasen varias horas o después de acostarte.
  • Descansa regularmente sentándote en una pelota de parto o agachándote sobre tus manos y rodillas. Esto aligera el peso del bebé de la pelvis y la mantiene en una posición estable.
  • Intenta no levantar objetos pesados ni empujar.
  • Sube las escaleras escalón a escalón.
  • Si nadas, evita la braza y ten cuidado con los otros estilos. Puede parecer que la natación te ayuda a aliviar el dolor mientras estás en el agua, pero la cosa podría empeorar al salir.
  • Al vestirte, siéntate siempre que te pongas la ropa interior o los pantalones.